Modest Cuixart
Barcelona, 1925 – Palafrugell 2007
Modest Cuixart creció en el seno de una familia de médicos y farmacéuticos, en un ambiente cultural. Inició la carrera de medicina para seguir la tradición familiar, aunque la abandonó a los dos años para dedicarse a la pintura, su verdadera vocación.
Junto con su primo Antoni Tàpies conocieron a Joan Brossa, Joan Ponç, el filósofo Arnau Puig i Joan Tharrats con quien en 1948 fundaron la revista Dau al Set. Gracias a una beca del Instituto Francés viajó junto a Tàpies a París en diciembre de 1950. Allá conoció a Picasso y a Miró, fue a la Sorbona y se impregnó de ”l’art autre” de Dubuffet y de Fautrier.
A finales de los 50 realiza sus celebrados dripping de tonos metálicos que se inscriben en su peculiar informalismo matérico. Elogiado por los más prestigiosos críticos del mundo como verdadero renovador del informalismo a escala internacional, obtiene los premios más codiciados: la Medalla de Oro del prestigioso Premio Suizo de Pintura Abstracta y el Grand Prix de Pintura de la V Bienal de São Paulo, ante con- tendientes como su admirado Francis Bacon, Alberto Burri, Karel Appel, o Lucio Fontana.
Es un periodo en que los éxitos se multiplican, participa en los acontecimientos internacionales más destacados y expone en los principales museos y galerías de numerosos países. Coleccionistas de primer nivel de todo el mundo ad- quieren sus obras. Artículos elogiosos de los mejores críticos se publican en revistas internacionales de prestigio, como Art Actuel International (Lausana), Quadrum (Bruselas), Arts Magazine (Nueva York), entre otras muchas. André Bréton piensa en él, a la hora de incluir un pintor español en la exposición surrealista internacional E.R.O.S., que organizaba el 1959 con Marcel Duchamp para la galería Daniel Cordier.
En los primeros sesenta abandona el informalismo, influido por el pensamiento de Bertold Brecht siente la pulsión de lo que es humano y del objeto. Después de las dramáticas muñecas quemadas (Nens sense nom) que simbolizan las víctimas inocentes de la violencia, inicia una etapa intelectualista de gran originalidad, con rasgos orgánicos, siniestros y eróticos, con la que triunfa en Nueva York, y en que combina el informalismo matérico con el grafismo en tinta y los colores suaves. De esta época es la obra que se ha seleccionado este año para la imagen de Drap Art, Post salut (1963). En palabras de la doctora en Historia del Arte, crítica de ACCA- AICA y comisaría independiente, Raquel Medina:
“Esta obra corresponde a un momento en que el artista considera que el informalismo, que tantos éxitos le había proporcionado, ha quedado obsoleto e irrumpen en su obra otras preocupaciones relacionadas con la problemática de lo humano. Se trata de las primeras piezas en que mediante la incorporación de objetos y fragmentos (muñecas, aviones, zapato…) refleja y denuncia la tragedia de las víctimas inocentes de todas las guerras, de hecho, él rememora y exorciza uno de sus fantasmas personales: los terribles bombardeos de Barcelona que vivió a los 13 años.”